viernes, 23 de agosto de 2013

 OPINION

Arroz Amargo

 
CARLOS MACHADO ALLISON | 22/08/13 (12:00 AM)
Arroz Amargo fue el título de una película italiana de postguerra. Describía la pobreza y la ruda faena de los sembradores de arroz en una Italia arruinada por la Guerra Mundial. Después emigrarían miles de europeos a nuestro país. En la década de 1940, a fines de la Guerra, la escasez era importante y las razones obvias, lo recuerdo bien trabajando en una bodega: el arroz era importado, las caraotas estaban llenas de piedras y gorgojos, la mantequilla era conocida como Brun y la leche como Klim. La carne salada llegaba de los llanos, se colocaba en agua, se desmechaba y al final, surgía un grito de alegría desde la cocina: ¡esta listo el pabellón! Lo único criollo del mismo eran los plátanos, maltratados y ennegrecidos. Nunca logramos tener un abastecimiento adecuado de caraotas, pero de carne, plátano y arroz, sí lo logramos. 
En los últimos 3 lustros regresamos 6 décadas. Ahora importamos el 50% de la carne que consumimos, 30% del arroz y buena parte de las caraotas. 
La producción de arroz recibió un gran impulso con el desarrollo del sistema de riego del Guárico iniciado durante el gobierno de Pérez Jiménez y continuado, durante toda la IV República. El otro gran productor de arroz es el estado Portuguesa que, desde la Colonia Turen y luego en otras zonas, recibió miles de inmigrantes que se dedicaron, con una tenacidad digna de encomio, a la siembra de arroz, maíz y caña de azúcar. 
En 1961 la producción de arroz fue de 80 mil toneladas, la cifra subió a más de 220 mil en 1975, siguió en aumento hasta llegar a 470 mil una década después y para 1995 logramos 728 mil toneladas. Un verdadero milagro agrícola. 
El crecimiento de la producción persistió y a mediados de la primera década del siglo XXI superamos el millón de toneladas. En la década de 1990, exportamos en promedio unas 70.000 toneladas anuales hasta un máximo de 80.000 toneladas en el año 2008. Luego vino la debacle y cultivar arroz se hizo amargo gracias al control de precios, la sobrevaluación de la moneda nacional, la inflación y la inseguridad en el campo. 
En el 2001 importamos 240 toneladas, casi todo en preparaciones especiales, para el año 2010 saltamos a más de 200.000 toneladas y en la actualidad, de acuerdo a fuentes oficiales, solo de Guyana estamos importando más de 300.000 toneladas de arroz, ya que la producción nacional apenas llega 650 mil toneladas, como hace tres lustros, con el agravante de que tenemos 7 millones de bocas adicionales que alimentar. 
El caso de la producción de arroz no es diferente a la historia de la carne y del maíz, o de muchas otras manufacturas: producimos menos, importamos más, las divisas se nos acaban, aumenta el circulante y la deuda pública. 
Hacemos felices, como dijo un productor norteamericano, a los exportadores, entre ellos a los Estados Unidos ( El Universal , 20/8/ 2013). Pero con dos agravantes, el precio internacional del rubro es mayor y el nacional fue congelado por meses, hasta que el gobierno nacional acordó un subsidio para los productores y un ligero aumento de precio, como si los agricultores del país no estuvieran sufriendo, como cualquier otro venezolano, de una inflación que será como del 40% al final del presente año. Con el modelo económico actual, la inflación y la escasez, serán inevitables. 
carlosmach@gmail.com 

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